lunes, 26 de octubre de 2009

FILOSOFÍA DEL RENACIMIENTO I




El renacimiento es considerado básicamente como una época de innovaciones y descubrimientos. Nadie como el poeta Francesco Petrarca (1304-1374) definió aquél período cuando habló de la necesidad de la Vita Nuova (Vida Nueva). El hombre renancentista fue dinámico y progresivo, ante todo buscaba la novedad, sustituyendo la obediencia medieval por el ímpetu explorador. La invención de la imprenta por Johannes Gutember (1379-1468) destruyó la rígida subordinación medieval del discípulo hacia el maestro, creando con la difusión de los textos, un nuevo tipo de diálogo entre el autor y el lector. Éste último podía realizar interpretaciones personales no sometidas a la orientación o al dictado de ningún maestrro.
Los nuevos descubrimientos científicos, especialmente en lo referente al universo, obligaron a un replanteamiento acerca del papel que el hombre desempeñaba en el mundo. En efecto, el conocimiento de que la Tierra no era ya el centro del universo provocó cierto relativismo. De tal modo que la especie humana comprendió su relativa importancia dentro del inmenso universo y que su futuro dependía más de sus propias fuerzas que de la inspiración divina. Surgió así el individualismo y la concepción de la historia como realización del hombre.
Asimismo, Los viajes de los exploradores y descubridores permitieron al hombre occidental contactar con sociedades y culturas muy distintas.Se rompió de ese modo el rígido sistema de la escolástica cristiana que no admitía las diferencias socioculturales.

La utopía

Otra forma de disconformidad con el pasado fueorn las utopías, campo en el que se destacaron Tomás Moro(1478-1535) y Tomasso di Campanella (1568-1639). Ambos imaginaron sociedades igualitarias y simétricas que plasmaron en sendos modelos urbanos La Ciudad de Utopía y La Ciudad del Sol. La ciudad sede de las nuevas profesiones y actividades burguesas se convirtió en símbolo de libertad, frente al feudo en el que los campesinos seguían bajo el yugo providencial y aristocrático.
En el mismo cuerpo llano tomó cuerpo la utopía como deseo de cambio. De pronto se hizo realidad la vieja leyenda que más allá de Finisterre, al otro lado del inmenso mar que allí se abría, existía una tierra feliz, abundante y libre. Era lo que la imaginación del pueblo llamó la Tierra de la Cucaña, de la que derivaron múltiples juegos y entretenimientos populares. Los mismos aventureros que a finales del siglo XV se adentraron en el temido Océano Atlántico, para alcanzar las costas asiáticas navegando por aquellas aguas desconocidas, se encontraron de pronto con la sorpresa de una tierra imprevista a la que acabaron llamando Nuevo Mundo. En aquellas tierras fértiles, verdes y luminosas buscaron inútilmente la tierra de promisión de El Dorado.
En ese contexto de crisis de los valores medievales, surgió la opción filosófica de interpretar la realidad como un todo, anticipándose así la corriente panteísta (Dios entendido como el mundo). El hombre considerado como un microcosmos comenzó a sentirse vinculado al universo (macrocosmos), actitud que propició la aparición de nuevas conductas místicas y también el desarrollo, de las ciencias ocultas (alquimia, astrología, magia y quiromancia), basadas en el principio de que la vida humana está rodeada de signos y símbolos que e necesario descifrar.

Nicolás de Cusa (1401-1464)

Su pensamiento constituyó un puente entre dos épocas: por una parte permaneció fiel al escolasticismo, pero por otra, anticipó elementos de la revolución científica que no tardaron en producirse. En todas sus obras importantes aparecen ideas que anuncian el Renacimiento. Así en De concordiantia católica analizó la situación de la cristiandad y llegó a afirmar la soberanía del pueblo frente a las costumbres corruptas del clero. En De docta ignorantia se ocupó de Dios y de su conocimiento, afirmando que el mundo es la explicación de Dios (anticipación del panteísmo) y Cristo es el vínculo entre Dios y el mundo. En esta obra; Nicolás de Cusa configuró una metafísica y una teología fundamentadas en la negación ; trató de descubrir la esencia divina tras descartar, todo lo que Dios no es. Finalmente, en De conjeturis llevó a cabo una exaltación del hombre como "Dios relativo", intentando así dignificarle.

Melan

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